domingo, 2 de marzo de 2014

Prefiero quedarme en la cama...

Mi madre se queja de que me quede en la cama hasta las tantas, a veces incluso pasándoseme la hora de desayunar. De que dé vueltas y vueltas y vueltas y no se me pase por la cabeza levantarme, que tenga sueño y que no tenga un reloj interno en la cabeza al igual que ella. De que me pase las mañanas sin hacer nada.

Aunque, realmente, casi lo único que me perdería es el desayuno. Las mañanas son demasiado espesas para mí como para hacer nada de provecho. Bueno, si sólo fueran las mañanas... Realmente en toda mi vida no lograré hacer nada de provecho. Y mi madre es tan amable que se encarga de recordármelo en cuanto ve una ocasión.

Mi madre fue joven hace tanto tiempo que ya se ha olvidado de lo que eso significa. O quizás, simplemente no le importan mis sentimientos, y no se ha parado a pensar en cómo lo debo estar pasando.

Mi madre dice que me acuesto tarde por jugar con el ordenador. Admito que uno de los últimos días estaba jugando, sí, aunque a la 3DS. Realmente si estoy en el ordenador hasta tarde es para tratar de estar bien, de sentirme bien, por el mero hecho de tener compañía y no sentirme tan sola. O simplemente ¡porque quiero hacer cosas! y me gustaría tenerlas hechas, nada más y nada menos. ¿Es eso un crimen? Al parecer sí.

Mi madre dice que no hago más que encender el puto ordenador y mirar su pantalla todo el día. ¿Tengo acaso otra cosa que hacer? Oh, las máquinas. Pero tú odias cualquier máquina a la que yo me enganche. Da igual lo que me digas para confortarme, no soy tan imbécil como para creerte. Odias las consolas, odias los muñequitos, odias cualquier cosa que no sea real. ¿Y por qué? ¿Porque me gustan? ¿Porque me vuelven antisocial? ¿Porque me pongo a jugar o a dibujarlos o a mirarlos y no presto atención a nada más?

Sí, hago eso. Pero adivina qué: es justo lo que pretendo. Me gustan los juegos. Y me gusta evadirme, aunque sea pensando en cosas que no son reales. ¿Y qué? ¿Te has parado a pensar que no quiero saber nada del mundo real? Tal vez las máquinas no me han hecho tanto daño como tus palabras. O las de cualquier otro. O simplemente el cansado y tedioso acto de vivir. ¿No te has parado a pensar que quizás quiero olvidarme de todo eso? Oh, claro que sí, lo que pretendes es que ponga los pies en la tierra y que sufra por ello. Como en el verano pasado, cuando me echaba a llorar cada vez que pensaba acerca de mi vida.

Y lo triste es que aunque leyera, aunque hiciera cualquier otra cosa, el resultado sería el mismo. Que hago el vago y no salgo a la calle. No tengo amigos aquí, ¿para qué narices iba a salir a la calle?

Mi madre dice que no estudio ni me esfuerzo en estudiar, y esto es cierto, tengo que intentarlo, sólo...no puedo. No me sale del alma. He vivido sin estudiar apenas y me cuesta adaptarme ahora. ¿Que no me esfuerzo? ¿Y de qué sirve el esfuerzo? Nunca ha servido para nada, mi padre mismo me lo dijo. Que los estudios sólo valían si conseguía hacer todo el camino, que quedarse a medias sería tiempo perdido. Gracias, papá. Gracias por hacerme saber que el esfuerzo que hice por aprobar el bachillerato no llegó a servir jamás para nada. Es más, según tú no merezco nada si dejo de aprobar, a pesar de haberme esforzado antes y haber logrado más que otros. ¿Que ya ni lo intento? He tratado de estudiar, he ido a los exámenes a sabiendas de que iba a suspender y me iban a descontar intentos, tal vez sea una inútil que ya no es capaz de esforzarse en estos temas pero no puedes acusarme de no haberlo intentado.

Y no, no me voy a esforzar a sabiendas de que no va a servir de nada. Además, siempre odiaste las consolas tú también, y no pudiste hacer nada porque no tenías excusa para privarme de ellas. Ahora que no logro nada, deberías estar encantado.

Mi madre dice que no me esfuerzo ni tan siquiera en hablar con los demás, y que eso me cierra cada vez más y me reconcome, que eso hace que me autodestruya a mí misma. Y yo pregunto: ¿Por qué debería molestarme en hablar con los demás? ¿Por qué debería exponerme, bajar mi escudo para luego recibir insultos o que me tomen por tonta? ¿Por qué debería pegarme a la gente para salir con ellos y que no me hagan ni caso, o no saber ni qué decir porque no estoy al tanto de sus gustos, sus bromas, sus vidas, y desear todo el tiempo y cada vez que salga con ellos que ojalá me hubiera quedado en casa?

Ni siquiera en un grupo de otakus logré integrarme un poco siquiera, por dios santo. ¿Cómo iba a hacerlo ahora en un grupo de informáticos? Si ni siquiera sé de informática u ordenadores, y encima soy una manta.

Por lo menos he hablado con un chaval que tiene un piso por allí, y con el otro que lleva a la gente en coche y con el que me voy cuando coincide el final de nuestras clases. Suficiente he hablado. Pero claro, eso no le basta. En serio que a veces he pensado que adorarían tener la hija choni promedio, que conoce a todo dios y sale todos los días de copas con sus """""amigos""""".

De todos modos, qué sabrá ella de esfuerzo. Para ella sólo cuenta la "vida real", que por supuesto no incluye a la gente de internet. Ella misma me dijo un día que no hago más que hablar con un grupo de gente invisible que no conozco. Tiene gracia. A los que verdaderamente no conozco son las personas que hay en mi clase. En la famosa "vida real" sólo se ven las fachadas, lo que hay fuera. Pero en internet la gente tiene la oportunidad de darse a conocer por dentro, y eso es lo que yo veo y lo que la gente ve de mí, mi verdadera yo, no la apática y callada chiquilla que doy a conocer ahí fuera.

Esfuerzo...no sabe ella todo lo que me he esforzado... No lo sabe nadie, por lo visto. A pesar de lo anteriormente dicho, la gente se sigue fijando en lo que quiere.

No hago más que dar lo mejor de mí, en cada momento, por algunas personas que lograron hacerse un enorme hueco en mi corazón, para luego contemplar cómo le arrancan un pedazo y vuelven a irse. Cuando yo hacía lo que podía para animarlas, apoyarlas, y hacerlas reír y sonreír. Caerles bien. Yo quería caerles bien y que no me viesen como la imbécil que soy. Lo único que quería era tener amigas verdaderas.

Sé que nunca, jamás, llegaré a ser verdaderamente importante para nadie. Siempre lo he sabido y siempre me he aguantado. Pero aún así, me he esforzado y esforzado, todo lo que he podido...pero nunca llegó a ser suficiente.

Mi madre no tiene ni idea de lo mucho que me he esforzado por mis amigos...aunque eso no le importe porque sólo sean personas invisibles que no conozco. Pero me he esforzado. Mucho. Y lo peor es que tampoco pareció servir de nada... Por mucho que me esfuerce, al final...siempre me acaban...olvidando... De repente un día ya no les intereso más, y entonces se alejan y se alejan y se alejan. Y yo aún así sigo intentando hacer que se queden, hasta el punto de arrastrarme en algunas ocasiones.

Y así es como se me paga a mí el esfuerzo. Mi esfuerzo no sirve. Mi esfuerzo es inútil. Mi esfuerzo es un esfuerzo que no vale para nada. Porque la persona que se esfuerza, en esta ocasión, es una persona que no vale para nada.

Y así es como últimamente me siento sin amigos. ¿Que me estoy cerrando cada vez más? Ja, ja. Es verdad. Ya ni sé en quién debería confiar. Ya ni sé qué pensar o qué debería hacer.

¿Pero esforzarme? No, ya no. Nunca me sirvió, nunca tuvo mi esfuerzo valor alguno.

Ni siquiera cuando me esfuerzo por las cosas que realmente me importan.

¿Para qué, entonces, debería levantarme? ¿Para esforzarme? Esta claro que sería una pérdida de tiempo. ¿Para enfrentarme a mis problemas? Soy demasiado cobarde para ello, lo siento. Además hace falta esfuerzo y yo ya he perdido la capacidad o la fuerza de voluntad para esforzarme más.

¿De qué sirve estár despierta? ¿Para contemplar mi alrededor y darme cuenta de que no tengo nada? ¿Ni siquiera talento? ¿Ni siquiera amigos? ¿Ni siquiera algún valor como persona?

Prefiero quedarme en la cama...

Al menos así puedo dormir, y soñar.

Y esas son, realmente, las dos únicas cosas que jamás podrá quitarme nadie.